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Fosse Dionne guarda obstinadamente sus secretos


Este enigmático abismo existe en la región de Borgoña, en Francia, desde antes de la época de los romanos y nadie pudo encontrar su origen.  Es catalogado como una de las construcciones más misteriosas del mundo.


En Francia hay un enigma por resolver. En el pequeño poblado de Tonnerre, en la región de Borgoña existe un enigmático lugar, el manantial Fosse Dionne, un misterioso pozo sin fondo, del cual se desconoce su origen. 


Los Druidas celtas, en esa región de la Galia, ya lo consideraban una fuente sagrada y mística. Más tarde los romanos lo usaron como suministro de agua potable además, ellos fueron los primeros en documentar la existencia de "un manantial sin fondo" y establecieron una comunidad a su alrededor. A pesar de no saber la procedencia del agua, los habitantes del pueblo francés Tonnerre la utilizaban diariamente.


Es un sitio raro y fascinante. Muchos vienen aquí para admirar el gran manantial con sus aguas turquesas que contrastan con las paredes a veces grisáceas del barrio que lo alberga.  En Tonnerre, a unos quince kilómetros de Chablis, el Fosse Dionne es uno de los lugares de visita obligada en Yonne. Ella llama la atención. Este manantial de Vaucluse rodeado por un antiguo lavadero del siglo XVIII se encuentra a tiro de piedra del Hôtel-Dieu, a la sombra de la iglesia de Saint-Pierre. En torno a este punto de agua se construyó la ciudad de Icaun, que hoy cuenta con cerca de 4.500 habitantes.


Los pobladores de la Commune de Tonnerre llevan siglos intentando descubrir de dónde proviene el caudal del manantial Fosse Dionne, aunque sin éxito. Una especie de gruta que se remonta hacia las profundidades de la tierra, formando miles de laberintos internos. Esta ubicado en el centro de la ciudad y fue encontrado por las civilizaciones antiguas. Al día de hoy, no lograron descifrar de dónde proviene tal cantidad de agua ni cómo fue formado.


Técnicamente hablando


Se dice que no tiene fondo puesto que, básicamente, nadie ha llegado hasta él. Fosse Dionne es un gran ejemplo de manantial kárstico. Los territorios kársticos son aquellas regiones constituidas por rocas compactas y solubles, principalmente caliza, dando lugar a un paisaje muy singular, con la presencia sumideros, cañones, simas, arroyos subterráneos o cavernas.


En el caso de este manantial, de promedio arroja unos 311 litros de agua por segundo, lo que es una descarga bastante alta, si bien la velocidad con la que brota varía dependiendo de la estación. Probablemente el agua viaja de forma subterránea por cavernas al menos decenas de kilómetros desde otro punto en el que filtra al subsuelo.


Como suele ser habitual en este tipo de surgencias, el caudal es muy variable y con un filtrado mínimo. Dependiendo de las lluvias, las tormentas o el deshielo. cuando pueden salir hasta...¡3.000 litros por segundo! Sin embargo, nadie ha podido localizar su nacimiento hasta ahora, y teniendo en cuenta los últimos precedentes, parece que tardará mucho tiempo en descubrir su origen.


La puerta de entrada al infierno


Resulta inquietante que con la cantidad de documentación, tecnología y conocimiento con que se dispone hoy en día, no se conozca el origen de esta maravilla, que ahora es catalogada como una de las construcciones más misteriosas del mundo.


Hacia el siglo VII, San Juan de Roma estuvo por estas tierras y aprovechó para limpiar el manantial, que en ese momento era un pantano inutilizable. Por aquellos siglos circulaban numerosas leyendas sobre este pozo. En la Edad Media, se pensaba que había una serpiente que navegaba en las profundidades del corazón de Fosse Dionne y algunos pensaron que era el portal a otro mundo. Reconvertido en balneario hacia el siglo XVIII, a partir de la Revolución Francesa empezó a crecer cada vez más el interés por conocer el origen y profundidad de aquel "manantial misterioso".


Pero esta fuente provee además de agua, decenas de historias que comparte con quienes quieren oir. Cuentan antiguas leyendas que el lugar era conocido simplemente como la puerta de entrada al infierno. Otras lenguas certifican que el diablo en persona ordenó a un basilisco cuidar la entrada a sus dominios. 


Con el paso de los años, la fascinación por las aguas misteriosas no dejo de crecer. Ya en tiempos modernos, en 1974, dos buzos profesionales descendieron a los estrechos pasajes entre las rocas calizas, pero en lugar de encontrar la fuente del manantial, encontraron su propio fin, incapaces de moverse adecuadamente por el abismo que se estrechaba. Luego, en 1996, la ciudad de Tonnerre contrató a otro buzo para llegar al fondo del asunto, pero también pereció.


Más de 20 años...


La Fosse Dionne ya no revela ninguno de sus secretos y está amurallada en un largo silencio. Se necesitaron 22 años para desbloquear la situación. Y la llegada de un hombre apasionado y decidido. Buceador experimentado, Pierre-Éric Deseigne ha viajado por todo el mundo para descubrir lugares sublimes: en China, Chile, etc.


Su acceso estuvo prohibido tras tres inmersiones fatales. La determinación de Pierre-Éric Deseigne, un buzo profesional de 58 años, ante el ayuntamiento de Tonnerre, finalmente hizo posible continuar la exploración de Fosse Dionne, con una propuesta de un programa que combina topografía y fotografías. 

El récord de profundidad, establecido en 1989, lo batió Pierre-Éric Deseigne. © Pierre Eric Designeigne


El cincuentón aún recuerda su emoción antes de empezar. "Para la primera inmersión, estaba como un niño esperando su regalo de Navidad. Lo había soñado durante años. Es un sitio excepcional".


Inmersión a lo desconocido



El buzo llevó adelante primero un trabajo de limpieza, porque el Fosse Dionne sirvió como vertedero. Botellas y latas fueron sacadas así del agua, pero también llaves, una hebilla de cinturón, un pequeño helicóptero... habían tapado una de las entradas al sistema de cuevas. En octubre de 2019, con récord, vuelve a la superficie. Superó la profundidad de 79 metros. Se había adentrado en la "tierra incógnita" como le llama, más de 375 metros de cuevas inundadas. De hecho, superó el término: la distancia máxima explorada. Fue un poco más allá, llegó a la profundidad de 79,5 metros. 


Antes de la exploración, el buzo pensó que sólo estaba haciendo fotografía y topografía, pero una vez que llegó a una de las cuevas más grandes, donde se ampliaba la superficie, dice con sencillez: "ahora que estoy aquí, voy a avanzar un poco más". La oportunidad de compartir nuevas imágenes de Fosse Dionne y descubrir algunos metros nunca explorados por un buceador era pura adrenalina. A pesar del récord de profundidad, el buzo se mantiene humilde. "Es histórico sin ser una hazaña. Recorrer nueve metros más es modesto. Pero es cierto que había un olor a emoción ese día".


De momento, el origen del antiguo manantial sigue siendo una incógnita, y con tres muertos en el intento de resolver el misterio y que exigen respuestas en silencio, no es de extrañar que el buzo esté ansioso por sumergirse y desentrañar definitivamente, este misterio callado por siglos.