LO ÚLTIMO

El misterio de Lady Dai


El cuerpo de una mujer china que murió hace dos mil años se ha convertido en la momia mejor preservada del mundo. Se trata de la "Dama de Dai", también conocida como Xin Zhui, quien vivió durante la dinastía Han en China y fue esposa de un marqués reconocido de la época. 

Luego de una vida llena de lujos, la mujer falleció a los 50 años producto de un ataque cardíaco. Fue enterrada cubierta por 20 capas de seda, junto a más de 100 de sus prendas y con sus sirvientes representados en estatuillas de madera. Su autopsia revela los excesos de su frenético ritmo de vida.

Las momias femeninas no son tan habituales como las masculinas, al no haber ocupado las mujeres la cúspide de la sociedad más que en contadas ocasiones y no haberse beneficiado tampoco, en su paso a la otra vida, de los mismos privilegios, como lo fue tradicionalmente la momificación, que se consideraba un símbolo de estatus. Por eso los ejemplos que existen resultan de un magnetismo indescriptible. Es el caso de Lady Dai, como la conocen los arqueólogos. La excelente conservación de la momia de esta noble china, muerta hace más de 2.000 años, ha permitido a los expertos hacerle una  autopsia completa y llevar a cabo una reconstrucción de cómo sería su aspecto en vida. Pero su descubrimiento debe mucho al azar.

PURA CASUALIDAD

A orillas del río Xiang, afluente del Yangtsé, se alza Chang-sha, capital de la provincia china de Hunan. Ciudad de larga historia, que se remonta al reino de Chu (1030-223 a.C.), durante la segunda guerra mundial sufrió la destrucción de la mayor parte de los edificios históricos a causa de los combates contra las fuerzas japonesas. Ante semejante desastre nada hacía presagiar que treinta años después se hiciera allí uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de China: las tumbas de Mawangdui.

Mawangdui proviene del término Ma’andui, que significa "silla de montar", y es el nombre de dos montículos con dicha forma situados al este de Changsha. Tradicionalmente se creía que estos montículos eran las tumbas de unas concubinas imperiales de la dinastía Han del Oeste (206 a.C.-9 d.C.), mientras que en los mapas históricos aparecían mencionados como la tumba de Ma Yin, gobernador del reino de Chu en el siglo X.

En 1971, el líder de China Mao Zedong ordenó a sus soldados a que construyeran refugios antiaéreos para protegerse de un posible ataque de las potencias capitalistas. Mientras cumplían con el mandato en los terrenos de un hospital en Changshá, provincia de Hunan, en el sur del país, los obreros encargados se pararon para fumar un cigarrillo tras excavar profundos agujeros. Comnzaron a sentir un penetrante olor acre; al encender unas cerillas, surgieron grandes llamas azules que les hicieron gritar asustados: "¡Gui huo!" ("¡Fuego fantasma!").


Este curioso episodio llegó a oídos de Hou Liang, un arqueólogo del Museo de Hunan, que acudió a la zona para inspeccionar el agujero. Como arqueólogo estaba familiarizado con el fenómeno, puesto que la descomposición de la materia orgánica en el interior de una tumba libera gases tóxicos. Hou Liang intentó capturar una muestra del gas en una bolsa de oxígeno, pero para entonces ya se había agotado.


En 1972, Hou Liang emprendió una excavación, sospechando que lo que se había encontrado allí era una tumba. Pronto descubrió un túnel vertical que confirmó su intuición, pero que le hizo temer que hubiera sido construido por saqueadores, aunque comprobó enseguida que los ladrones habían abandonado su propósito tras haber excavado 17 metros. Un poco más adelante los arqueólogos dieron con una tierra blanca compactada: era el recubrimiento exterior de la tumba.


Luego de un arduo trabajo, los arqueólogos al fin dieron con lo que buscaban: la tumba. Con lo primero que se toparon en este enorme enterramiento fue con arcos y cestas de bambú, elegantes cuencos que contenían raíces de flor de loto que todavía flotaban en agua, entre otros mil artefactos en un excelente estado de conservación. Esto no provocó otra cosa que hacer crecer las expectativas sobre el estado del cuerpo que encontrarían más tarde.


El enterramiento consistía en un pozo vertical de 20 metros de profundidad, con varios niveles escalonados y con grandes vigas de madera de ciprés cubriéndolo. Tras extraer la tierra blanca apareció un estrato compuesto por una capa de carbón de 37 a 47 cm y debajo se encontró una alfombra de bambú que cubría el enterramiento.



En los meses siguientes, se retiraron las vigas para poder acceder a la cámara funeraria. La primera sorpresa llegó al descubrir arcos y cestas de bambú que aún conservaban un tono verde-amarillento, como si los hubieran trenzado hacía poco. Luego se halló un elegante cuenco de laca con tapa; al abrirla, los arqueólogos pudieron ver que en su interior había unas raíces de flor de loto flotando en el agua. El excepcional estado de conservación del ajuar funerario no hizo sino aumentar la expectación sobre el contenido del sarcófago que se encontraban allí.


Se encontraba envuelto en una tela de seda en forma de T de dos metros, con decoraciones del mundo celestial, el mundo de los hombres y el inframundo. Al abrirlo, los arqueólogos vieron que el cuerpo se hallaba bajo varias capas de tela, así que decidieron llevarlo al museo de Hunan y seguir allí la investigación.

LA DAMA DE DAI

Una vez en el museo, se procedió a desenvolver el cuerpo. Cuando se llegó a la última capa de tela, se pudo palpar algo blando bajo ella. No se trataba de una momia, como las que se habían encontrado en la cuenca del Tarim, en el desierto de Taklamakán, sino del cuerpo de una mujer tan increíblemente bien conservado que la piel seguía siendo amarillenta y elástica, y algunas articulaciones aún eran flexibles.

La Dama de Dai sometida a examen. Crédito de la foto: Museo Provincial de Hunan


Quitados los velos y accesorios que cubrían el cadaver, descubrieron el cuerpo de una mujer. Podría tratarse de una concubina o la esposa de uno de los grandes líderes del imperio Han. Apodada la Dama de Dai, esta mujer habría muerto entre los años 178 y 145 a.C., 


Este descubrimiento llevó a los arqueólogos a preguntarse cómo era posible que la Dama de Dai se hubiera conservado tan bien después de tanto tiempo


Los estudios revelaron que la difunta era Xin Zhui, esposa del marqués de Dai, gobernador de la región, a la cual los arqueólogos bautizaron como la Dama de Dai.  La mujer habría muerto a la edad de 50 años, aproximadamente. 



Los objetos que se encontraron junto al cuerpo indicaban que se trataba de una mujer importante y de una riqueza impresionante, pero no fue esto lo que sorprendió a los arqueólogos, sino el asombroso estado de conservación en el que se encontraba. 


Las excavaciones llevadas a cabo entre 1971 y 1974 descubrieron otras dos tumbas, aunque éstas sí habían sido saqueadas. Una de ellas pertenecía al propio marqués de Dai, y la otra era la sepultura de un individuo joven, de unos treinta años, tal vez el hijo de ambos. Los cuerpos fueron enterrados durante la dinastía Han del Oeste, por lo que los restos de la Dama tenían más de dos mil años.


El concienzudo trabajo de los momificadores permitió que su organismo se mantuviera incorrupto durante dos milenios. Tanto es así que las venas aún contienen sangre y los tejidos blandos están intactos. Piel y músculos se han mantenido lo suficientemente flexibles como para que los investigadores que la han estudiado pudieran doblarle los brazos sin que se descompusieran. Una obra maestra del embalsamamiento, difícil de igualar incluso para los egipcios: los féretros de madera de ciprés contenían mercurio, utilizado como agente antibacteriano, y habían sido encapsulados en una gruesa capa de carbón y caolín para aislarlos del exterior.



A pesar de haber sido enterrada hace más de dos milenios, cada detalle de su rostro permanecía casi intacto, desde sus pestañas hasta los vellos dentro de la nariz. Su piel todavía estaba humectada y elástica, sus articulaciones continuaban flexibles y la sangre permanecía dentro de sus venas. Apenas la movieron de la tumba, el oxígeno afectó su estado, por lo que hoy no se encuentra ni se ve como en el momento en el que fue hallada. Sin embargo, los científicos que la examinaron descubrieron que su cuerpo se encontraba en el mismo estado en el que se encuentran los de las personas recién fallecidas.


La autopsia reveló que los órganos seguían intactos. Análisis hasta pudieron evidenciar males como diabetes, presión alta, colesterol alto, daño en el hígado y cálculos biliares. Pudieron determinar que murió de un ataque cardíaco provocado por la obesidad, sedentarismo y una dieta poco saludable.


Los investigadores creen que el de la Dama de Dai es un caso excepcional, en el que la magnífica conservación del cuerpo se debe a que fue enterrada a 12 metros de profundidad, además que el cuerpo fue cubierto con 20 capas de seda y sumergido en más de 80 litros de un líquido desconocido con componentes como el magnesio. Además, la profundidad de la tumba y la construcción de un espacio carente de oxígeno preservaron a la Dama y a su ajuar del implacable paso del tiempo.


Objetos de valor preciosos



Los arqueólogos encontraron en la cámara funeraria de Lady Dai con más de 1,000 artículos preciosos: telas finas, manjares extraños (como el hongo oruga), un armario completo de más de 100 prendas de seda, 182 piezas de laca y 162 figuras de madera talladas que representaban el gran ejército de sirvientes que atenderían sus necesidades en el más allá. La opulencia encontrada dentro de la tumba reveló un mundo donde los ricos y poderosos no sólo deseaban vivir para siempre, sino que esperaban hacerlo.

La laca se consideraba la más preciada de todas las mercancías manufacturadas. La colección de platos, cuencos, bandejas, jarrones, lavabos y cajas de inodoros eran parte de los tesoros, su revestimiento negro y rojo intenso casi tan perfecto como el día en que fue enterrada.

Lady Dai también fue enterrada con una gran variedad de alimentos  almacenados en treinta cajas de bambú y varias docenas de recipientes de cerámica, que incluyen: trigo, lentejas, raíces de loto, fresas, peras, dátiles, ciruelas, cerdo, carne de venado, carne de res, cordero, liebre, perro, ganso, pato, pollo, faisán, tórtola, gorrión, grulla, pescado, huevos y búho. La gente común de este período de tiempo, no comía nada por el estilo. Su dieta tenía trigo básico, mijo, cebada y soya.

Hoy la Dama de Dai se encuentra en el Museo de Hunan, y visitantes de todo el mundo acuden a presenciar uno de los enigmas más impactantes de la historia de la humanidad.