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¿Estaremos preparados?


El mundo tiene que prepararse para una próxima pandemia letal, como la gripe.

Si un brote de un nuevo y agresivo tipo de gripe estallara mañana, el mundo no tendría herramientas para evitar la devastación. Morirían entre 50 y 80 millones de personas y liquidaría el 5% de la economía global. No contamos con las estructuras suficientes para hacer frente a la próxima pandemia letal. Esta es la cruda realidad sobre la que alerta un grupo de expertos de la OMS y el Banco Mundial, reunidos en una junta recién creada y llamada The Global Preparedness Monitoring Board (GPMB), a los que la ONU encargó una evaluación tras la última epidemia de ébola en África subsahariana, con el objetivo de aprender de los errores del pasado.

Los especialistas han analizado las infraestructuras, el dinero disponible para emergencias, el número de profesionales capacitados para solucionarlas y los mecanismos de coordinación entre países. Según las conclusiones de su primer Informe anual sobre Preparación Mundial de Emergencias Sanitarias, "el espectro de una urgencia sanitaria global se vislumbra en el horizonte". "Sería genial decir que estamos preparados para lo que puede venir, pero no es así. Tenemos que hacer una serie de cambios y vamos a controlar que se lleven a cabo", explica la supervisora de este análisis, Harlem Brundtland, que fue primera ministra de Noruega (1981, 1986-1989 y 1990-1996) y directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) entre 1998 y 2003. El documentó se presentó en Nueva York la última semana de septiembre coincidiendo con la cumbre de la ONU de cobertura sanitaria global.

El riesgo de que un nuevo virus de la gripe se propague de los animales a los seres humanos y cause una pandemia es constante y real. La cuestión no es saber si habrá una nueva pandemia de gripe, sino cuándo ocurrirá. Debemos mantener la vigilancia y prepararnos, porque el coste de una gran epidemia será muy superior al de la prevención”. Así de taxativo se mostró Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, cuando el pasado marzo presentó la estrategia mundial contra la Gripe 2019-2030, la iniciativa más ambiciosa ideada hasta la fecha para tratar de prevenir y combatir esta enfermedad.

Sus palabras están más que justificadas, pues la gripe constituye una de las mayores amenazas para la salud pública mundial: cada año se dan cerca de mil millones de casos, de los que entre 290.000 y 650.000 son mortales. De hecho, fue la causa de la pandemia de 1918, una de las mayores crisis sanitarias de la historia. Las estrategias de la OMS están centradas, precisamente, en evitar un escenario como aquel.


La gripe española

Se estima que entre 1918 y 1920 unos 500 millones de personas sufrieron la llamada gripe española –distintos estudios apuntan que, en realidad, podría haberse originado en Estados Unidos, Francia o China–. Entre 50 millones y 100 millones de ellas fallecieron, casi el 5% de la población mundial. En apenas dos años, causó más víctimas que las que se han atribuido al virus VIH, que provoca el sida desde los años 70 –unos 39 millones de muertes–. Desde entonces, se han dado otras tres pandemias de gripe, en 1957, 1968 y 2009, pero ninguna de la magnitud de la de 1918.

Los expertos de La OMS reconocen que este tipo de brotes son impredecibles. Por ejemplo, en el año 2003 la reaparición en Asia de la cepa A(H5N1) del virus de la gripe aviar mostró que este mal podía transmitirse de animales a humanos. Sin embargo, en esa ocasión no llegó a declarase una pandemia, pues el virus no conservaba la capacidad permanente de contagiarse de una persona a otra.

En 2009, la que causó la cepa H1N1 de la gripe porcina, que comenzó en México, se propagó rápidamente por todo el mundo. Se estima que murieron entre 105.000 y 395.000 afectados. Aunque algunas epidemias de gripe estacional pueden ocasionar aún más muertes, este caso convenció a las autoridades sanitarias de que estábamos mal preparados para responder con eficacia a este tipo de casos.

En 2011, los 194 Estados miembros de la OMS crearon el Marco de Preparación para una Gripe Pandémica –también conocido como Marco de PIP– para reforzar el intercambio de virus gripales potencialmente pandémicos a través de una red de laboratorios, lo que permite estudiarlos en detalle, y promover el acceso a las vacunas, especialmente de los países en desarrollo, para hacer frente a posibles amenazas. La OMS selecciona las cepas vacunales dos veces al año; una para la temporada de gripe en el hemisferio norte y otra para la del hemisferio sur.